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Todo el año en movimiento

Por cuarto año consecutivo, la Playa Malvín fue anfitriona del festival deportivo y recreativo Procosta, con más de 20 actividades para todo público.

En busca de estimular el uso de la costa montevideana más allá de la época estival y la apropiación de este espacio público para prácticas saludables y de esparcimiento, el sábado 8 de noviembre tuvo lugar nuevamente el festival que combinó la práctica de deportes alternativos, tradicionales e inclusivos, con actividades artísticas y recreativas accesibles para ciudadanas y ciudadanos de todas las edades y capacidades.

En el marco de un soleado día, a partir del mediodía comenzó la actividad de forma simultánea en los espacios determinados, convocando a vecinas, vecinos y bañeros curiosos que visitaban la playa. Los grupos de profesionales y amateurs que formaron parte de esta instancia, realizaron durante toda la jornada demostraciones deportivas variadas, algunos en modalidad expositiva y otros integrando a las y los presentes. Además de la oferta recreativa, se colocaron en las inmediaciones del festival puestos con fruta y agua para quienes se acercaran a participar.

Paseos en kayak, deportes alternativos tales como tchoukball y ultimate frisbee, futvoley, handball, fútbol femenino y danzas circulares compartieron el espacio de la arena y el agua. En la calle se dispuso una rampa donde se hicieron demostraciones acrobáticas con bicicletas y skates, y también se realizó una muestra coreográfica y de capoeira.

La Escuelita de Tránsito del Centro de Educación Vial (CEVI) de la Intendencia de Montevideo (IM) dispuso una serie de dispositivos con el fin de concientizar sobre el uso de la vía pública. Por su parte, el colectivo Promotores de Inclusión de la IM organizó partidos de básquetbol, con la particularidad de que se jugaban en sillas de ruedas y bicicletas adaptadas para distintas capacidades. El objetivo de la actividad fue trabajar la temática de la discapacidad desde una perspectiva inclusiva y lúdica. Sobre horas de la tarde, el escenario fue protagonista del cierre musical del festival, que estuvo a cargo de la banda Sirilo.

Una vez más, Procosta albergó a un numeroso público de diferentes edades, sexos y capacidades a través de actividades diversas, fomentando así la inclusión social.

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