El abogado y empresario uruguayo Alfredo Arocena (1869-2947) adquirió en 1907 el campo donde hoy está el barrio Carrasco y en 1912 creó junto a su socio Esteban Elena la sociedad anónima Balneario Carrasco, un barrio jardín diseñado por el francés Charles Thays.
Ese mismo año encargó a los arquitectos Juan María Aubriot y Cándido Lerena el diseño y la construcción de los portones de ingreso al predio, con el fin de darle un aire señorial desde el ingreso.
Aubriot y Lerena respondieron al desafío creando esta entrada monumental basada en tres pilones de lenguaje neoclásico –con almohadillas y emblemas- que definen un espacio semicircular y en el pasado se complementaban con muros bajos con bancos y una reja.
Los portones oficiaron como marco referencial durante décadas, estableciendo una diferenciación entre el camino "rural" de las chacras y el universo de sofisticación y descanso que se había planeado para el balneario.